Revelar la ilusión del molino, la mecánica que lo hace semejarse a un gigante. Destripar el truco de magia, confinar la literatura al ojo del microscopio. Aplicarle bisturí al séptimo arte, y por qué no también al noveno. Desentrañar el misterio de la vida, la estructura de la idiotez, la relojería del arte. Y descubrir que todo esto no sirve para nada y, simplemente, seguir soñando...
Hace
dieciocho años, un grupo de siete u ocho aficionados se reunieron en el café Iruña
del centro comercial Bidarte de Bilbao para tomar una copa juntos y charlar
sobre literatura y cine de ciencia ficción, fantasía y terror. Algunos de ellos
no se habían visto nunca. Contactaron a través de fanzines y convenciones en
una época en que Internet, como medio aglutinador, aún era cosa del futuro.
Aquel fue el origen de la TerBi,
la Tertulia Fantástica de Bilbao,
que a la postre ha acabado haciéndose tan grande que se ha convertido en uno de
los pilares sobre los que se asienta hoy día el mundillo.
Tras
aquella reunión, y con el paso de los años, el número de asistentes creció
tanto que tuvieron que ir actualizando el lugar de encuentro. De Bidarte
pasaron a una cafetería de General Concha y de esta al amplio café Aroaldi,
sede aún vigente. Actualmente los encuentros acogen a una treintena de
personas, la TerBi se han constituido en asociación sin ánimo de lucro (Asociación Vasca de Ciencia Ficción,
Fantasía y Terror) y se hallan activamente presentes en los grandes eventos
del género, como la Hispacón o la Semana Negra de Gijón. Además, organizan
multitud de actos en pro de la fantasía, el terror y la ciencia ficción, como
el concurso de relatos, la publicación de un fanzine cuatrimestral y unas
Jornadas semestrales con charlas, mesas redondas, comidas y presentaciones de
libros. Pero ya en aquella primera reunión de hace dieciocho años, mítica como
el encuentro literario en la mansión de Lord Byron, estuvieron presentes algunos
personajes que han acabado erigiéndose en grandes figuras del fandom: Ricardo Manzanaro, divulgador, escritor ocasional y actual
presidente; Mariano Villarreal,
responsable de la imprescindible web Literatura
Fantástica o Juan José Aroz,
editor de Espiral Ciencia Ficción.
En
esa primera reunión, Juan José Aroz reveló su modesto proyecto editorial con el
número uno de la colección de Espiral CF.
Aquel número inaugural venía presentado en una edición rudimentaria, anillada y
basta pero con una maquetación y un saber hacer que solo podía derivar de una
pasión y experiencia acumuladas a lo largo de muchos años dedicados a tan sana
afición. Y quizá ese haya sido el secreto por el cual, dieciocho años después,
Espiral Ciencia Ficción siga inmune a crisis y libros electrónicos, a modas y
caídas de imperios literarios: la humildad en las pretensiones y el amor
incondicional por el género. Y resulta cuando menos paradójico que una aventura
editorial tan modesta haya acabado erigiéndose en uno de los puntales de la
ciencia ficción de este país, en una fábrica de excelentes títulos que aguanta
contra viento y marea las inclemencias económicas de los malos tiempos, que
edita profesionalmente obras de una calidad admirable, que carga a sus espaldas
la friolera de cincuenta y dos títulos y dieciocho años ininterrumpidos de
edición, que se ha alzado con los más importantes galardones del género (cinco
premios Ignotus, un Gabriel…) y que ha publicado a autores
consagrados de la talla de Juan Carlos
Planells, Gabriel Bermúdez Castillo, Sergio Parra o Domingo Santos.
La
TerBi sigue creciendo como asociación: Sergio
Llamas actualiza diariamente El rincón de Koreander,
uno de los mejores sitios de la red dedicados a la literatura fantástica,
mientras que escritores como Juan Moro,
Álvaro Arreskurrinagao Joseba
Paulorena continuan produciendo geniales obras adscritas al género. Y mientras
tanto, Espiral CF, como un pequeño gigante, sigue deleitándonos puntualmente
con títulos maravillosos y demostrando que a la ciencia ficción, si tiene el
entusiasmo por bandera, no hay quien la despeñe.
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